No todos los artistas han tenido una vida ejemplar, tranquila, apacible y se han movido en ambientes elevados, dentro de los parámetros académicos que se esperaría de una persona que habría de cambiar la historia del arte. También ha habido aquellos que soltaban el pincel y se echaban a las calles armados hasta los dientes. Es el caso de Michelangelo Merisi da Caravaggio, a quien su tumultuosa y disoluta vida, le llevó a cometer un atroz asesinato.
Artista y granuja desde la más tierna infancia
Caravaggio nació el 29 de septiembre de 1571 en Milán. Venía de una familia modesta pero bien avenida, ya que se cree que su padre trabajaba como administrador de Francisco I Sforza, el marqués de la pequeña ciudad de Caravaggio, de ahí que su origen más tarde se convirtiera en su apellido. Esto hizo que su infancia la pasara en el lujoso palacio de los Sforza en Milán. Pero toda esa comodidad desapareció cuando su familia murió en 1577, cuando la peste asoló Lombardía, dejando huérfano a Caravaggio con solamente seis años.
Años después, comenzaría en Milán su formación artística en el taller del pintor Simone Peterzano, discípulo de Tiziano. Peterzano nunca fue un pintor ilustre -de hecho solamente es conocido por ser el maestro de Caravaggio-, pero con él aprendió las técnicas básicas del dibujo y la pintura, así como el uso de colores y la preparación de materiales. Esta etapa de formación fue crucial para desarrollar sus habilidades y su estilo inicial.
Más tarde, hacia 1592, se trasladó a Roma, donde empezaría su etapa de pícaro, viviendo en condiciones precarias, deambulando por las calles y yendo de trabajo en trabajo a cargo de varios pintores mediocres. Roma por aquel entonces era uno de los centros artísticos más importantes de Europa, lleno de oportunidades, pero también era un lugar de una competitividad feroz. En este contexto, realizó encargos menores para el pintor Giuseppe Cesari, como pinturas de frutas y flores. De hecho, sus primera pinturas conocidas serán Muchacho pelando fruta y Baco (supuesto autorretrato). De esta primera etapa también es Los jugadores de cartas, obra que retrata el mundo delictivo de tabernas y juego en el que se movía Caravaggio por aquel entonces.
De la calle al estrellato
Su suerte cambió hacia la década de 1590, cuando los cuadros de Caravaggio expuestos en las tiendas locales atrajeron la atención del cardenal coleccionista de arte Francesco María del Monte y se convirtió en su mecenas. Con la protección de del Monte empezaría a tener una gran reputación como pintor y ejecutó varias obras importantes para el cardenal y su círculo cercano, como Los Músicos o Chico mordido por una lagartija, en la que utiliza a su amigo Mario Minniti como modelo. En esta etapa ya se comenzaría a labrar un nombre como pintor, y empezaría a desarrollar su uso dramático del claroscuro tenebrista, conformándose como un estilo en sí mismo: el caravaggismo.
Y es que el estilo de Caravaggio era único: presentaba a los personajes de manera intimista, captando su esencia y ahondando en sus rasgos psicológicos. Las figuras eran representadas en tamaño natural, de medio cuerpo o cuerpo entero. Los personajes eran cercanos y estaban vestidos a la moda cortesana de su época, con rostros naturalistas, ya que utilizaba como modelos a gente de las calles, como amigos suyos, prostitutas o mendigos. Esto, unido a su gran realismo y expresividad, y en el fuerte contraste entre el fondo oscuro y el foco de luz que ilumina a los personajes, dieron a su pintura una particularidad que hacía que la mayoría de mecenas de Roma anhelase una pintura ejecutada por su pincel.
Hasta ahora, había realizado pintura profana para adornar los palacios de sus comitentes, pero a partir de ahora también le encargarán trabajos religiosos para los templos de la ciudad de Roma. Una de las primeras pinturas de este tipo fue la Magdalena penitente, que realizó para su mecenas del Monte y cuya modelo fue probablemente su amante Giulia o la cortesana Anna Bianchini. El pintor despoja a la mujer de cualquier halo de santidad y la hace humana, cercana. También de esta época es David con la cabeza de Goliat y el ciclo de El martirio de San Mateo y La vocación de San Mateo, que realizó para la Capilla Contarelli. En esta última obra se puede analizar el carácter disruptivo de la pintura de Caravaggio: representa la escena con Cristo en una vulgar taberna, no utiliza ángeles como emisores del mensaje divino -utiliza un simple halo de luz-, los personajes visten como en la época del pintor y Cristo está en un oscuro y último plano.
Caravaggio en apuros
A pesar de tener un gran éxito entre los mecenas de Roma, Caravaggio llevaba una vida disipada y libertina. Se dice que llevaba siempre un largo estoque y que siempre estaba rodeado de prostitutas y trúhanes. Su expediente en la policía romana era largo, lleno de peleas de taberna y altercados. Sus mecenas le cubrían las espaldas, ya que gracias a los contactos de estos, sacaban siempre a Caravaggio de sus apuros… hasta el día en que sus trifulcas acabaron en un asesinato.
Sucedió en 1606 y las circunstancias exactas son algo confusas, pero se sabe que fue una pelea callejera, una de tantas en las que se metía Caravaggio, debido a una discusión sobre un partido de tenis. La víctima se llamaba Ranuccio Tommasoni, el cual parece que era un matón y proxeneta bastante conocido entre los bajos fondos. En la pelea, fue herido de muerte y Caravaggio fue considerado responsable de su muerte y condenado por asesinato. Se emitió una orden de arresto y se le condenó a muerte, poniéndole precio a su cabeza.
El pintor huyó de Roma rumbo a Nápoles, fuera del territorio papal. Pasó los siguientes años a la fuga, buscando la protección y el patrocinio en Nápoles, donde recibió protección de los Colonna, que le agasajaron como una celebridad que estaba de visita en vez de como a un prófugo. Allí continuó trabajando y realizó obras como Siete acciones de misericordia y la Madonna del Rosario.
No mucho tiempo después se encaminaría a Malta, buscando oportunidades de rehacer su vida. Allí fue bien recibido por Alof de Wignacourt, Gran Maestre de la Orden de Malta, una orden militar de caballeros que defendía la zona del Mediterráneo contra los sarracenos. Esta era una orden de monjes caballeros, que también se dedicaban a la devoción religiosa, por lo que quizá Caravaggio pensó que si era aceptado en la orden, conseguiría el perdón papal en Roma. Alof se convirtió en mecenas de Caravaggio y le nombró caballero de la Orden de San Juan de Jerusalén, algo que le proporcionó un gran estatus social y que le otorgaba indulgencia. Aunque seguía escondiéndose de la justicia, en Malta siguió trabajando y produjo obras importantes, como La decapitación de San Juan Bautista. De hecho, prestaría juramento en la Orden frente al altar en el que había pintado este cuadro.
Pero la naturaleza pendenciera de Caravaggio también le trajo problemas en Malta. En 1608 fue arrestado y encarcelado por una pelea con otro caballero de la orden al que hirió de gravedad, siendo apresado en las mazmorras del Fuerte de Sant’Angelo. Se investigaron sus antecedentes y descubrieron que había estado condenado a pena de muerte en Roma dos años atrás. No obstante, de nuevo se las ingeniaría y logró escapar de la celda unos meses después. Se cree que alguien con poder le ayudó a escapar, ya que la celda era un hoyo excavado en la roca. Huyó a Sicilia y allí continuó pintando y viajando de un lugar a otro para evitar ser capturado de nuevo.
Viajó a Sicilia y allí se instaló con ayuda de su amigo Mario Minniti (quien había sido modelo para Caravaggio en diversos cuadros). Viajó por varias ciudades de la isla, como Mesina y Palermo, y siguió realizando grandes obras como La sepultura de Santa Lucía o La adoración de los pastores, obras que tuvieron un gran impacto entre los artistas locales de la isla, ya que su tenebrismo influyó mucho entre los pintores sicilianos y se desarrolló el estilo Barroco claroscurista en la región.
La redención de un canalla
Después de unos meses en Sicilia, Caravaggio siguió teniendo problemas legales y volvió a Nápoles, de nuevo a la protección de los Colonna. En Nápoles realizaría sus últimas pinturas, como La negación de San Pedro y El martirio de Santa Úrsula. Esta última etapa en Nápoles está llena de rumores y misterios, ya que se cree que sus enemigos estaban siempre al acecho y que fue víctima intento de asesinato en diversas ocasiones. Se dice que siempre dormía con una daga en la mano. Llegaban a Roma rumores de que el artista había muerto y fue herido en varias ocasiones, como cuando salió de una taberna y varios hombres armados le rodearon y le apuñalaron en la cara, puede ser que para vengarse del caballero de Malta. Caravaggio quedó convaleciente y desfigurado. Estaba arrepentido de su vida y en cuanto se recuperó pintó Salomé sostiene la cabeza de Juan el Bautista, representando su propia cabeza en el plato a modo de autorretrato, para enviárselo a Malta al Gran Maestre Alof de Wignacourt y solicitar su perdón.
Por otro lado, también solicitó el perdón al cardenal Scipione Borghese, sobrino del Papa y secretario de los Estados Pontificios. Caravaggio quería volver a su antigua vida y dejar de estar condenado a muerte, por lo que pintó un David con la cabeza de Goliat (el de la Galería Borghese) y lo envió a Scipione, como pago para obtener su perdón. Se cree que el rostro introspectivo y dramático de David también es un autorretrato del propio pintor de joven, y el rostro de Goliat, un autorretrato de él mismo en edad adulta. Mediante diversos contactos, y a cambio de varios cuadros enviados, Caravaggio consiguió que el cardenal aceptara una audiencia con él y que finalmente le indultara para volver a Roma.
Así pues, en el verano de 1610 Caravaggio volvía rumbo a Roma. Embarcó en Nápoles pero una tormenta hizo que el barco tuviera que parar en un puerto cercano. Se cree que durante el viaje enfermó y el 28 de julio los periódicos publicaron que Caravaggio había muerto de unas fiebres en Porto Ércole, algo que corroboró un amigo íntimo en su época. Siglos después, en 1994, se constataría este hecho, ya que se encontró una carta en los Archivos del Vaticano donde se indicaba que murió por unas fiebres a los 38 años de edad.
A pesar de morir muy joven, Caravaggio supo crear escuela y supone un antes y un después en la historia de la pintura. Prácticamente creó una corriente nueva dentro del estilo Barroco naturalista y tenebrista: el caravaggismo, el cual siguieron maestros como Artemisia Gentileschi o José de Ribera. En definitiva, fue un genio que vivió como quiso y que, a pesar de su tumultuosa vida canalla, nos ha dejado un legado de un valor incalculable.
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